
Lo único que recuerdo era que lo tenía delicado, de hecho lo recuerdo porque fue esa la razón que me impulsó a hacerlo. La primera vez que me limpié el culete lo tenía irritado.
Ya le había advertido a mi madre de las inclemencias de aquel rollo de papel higiénico barato que había comprado, pero no me hizo caso y siguió comprándolo de forma repetida, de tal forma que mi castigado orificio anal dijo que no podía más. Y aquel día, tras hacer mis necesidades en aquel por entonces enorme trono blanco (a penas me llegaban los pies al suelo) tomé una decisión, en vez de llamar a mi madre para que me limpiara ella, como era costumbre, decidí hacerlo yo solo.
De esta forma me armé de valor y templanza para realizar semejante hazaña, con supina delicadeza y paciencia conseguí dominar aquel malvado rollo de papel, estirpando las indómitas heces malolientes que no se resignaban a abandanar mi culete con tanta facilidad. Hasta que lo conseguí.
Cuando tiré de la cisterna me sentí realmente bien conmigo mismo, me sentía dichoso, orgulloso, y paladeé por primera vez las mieles de la independencia. A dia de hoy sigo viviendo con mis padres, pero quién dijo que la evolución fuese algo rápido.
1 comentario:
La historia increíble, y el dibujo, enternecedor!! Jo, yo no me acuerdo de mi primera vez...
Un bezito feo!!!
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