miércoles, 25 de febrero de 2009

la huída

A día de hoy no se muy bien lo que me impulsó a hacer aquello, quizá que estaba hasta la coronilla de mi maestra, que era una tirana de dimensiones galácticas; quizá hechaba de menos a mi madre, o puede ser que los barrotes de la verja del patio de recreo estaban demasiado separados, no lo sé. Lo que si se es que un buen día decidí escaparme de la guardería, ¿cómo? Colando mi por aquel entonces pequeño cuerpecito entre medias de dos barrotes que estaban más separados de lo normal, quizá algún compañero de recreo aun más desesperado que yo decidio hacerse hueco a cabezazos para poder escapar, no lo sé (hay tantas cosas que no se). La cosa es que me introduje entre los barrotes con el murmullo de mis compañeros de fondo, que no tardarían mucho en ir a chivarse, y me escapé de la guardería. Nunca había experimentado aquella sensación de libertad a medida que la adrenalina se desataba poco a poco.
Todo iba muy bien, yo corría rápido a mi casa, que no estaba muy lejos. La gente me miraba extrañada, la verdad es que la indumentaria de la guardería llamaba la atención. Pero mi libertad duró exactamente dos minutos, ya que al cruzar la esquina me encontré con algo que me enganchó del brazo y no me dejaba avanzar... Ohh no, una de las brujas de la guardería me había pillado, a lo que siguió la consecuente pregunta: ¿Dónde crees que vas? Y yo que estaba acojonado y con un bajón impresionante no se me ocurrió otra cosa que decir que: Es que se me ha caído el botón del pantalón y voy a que mi madre me lo cosa.
Despúes de eso lo único que recuerdo es a la tirana de mi maestra levantandome tres palmos del suelo cogiendome de la oreja...

1 comentario:

Marina dijo...

Me encanta este dibujo, es super tiennnnnno!!!!